SMARTWATCH

Hora de moverse me vibra la muñeca y me dice la pantalla. No, ahora no, siento las piernas arraigadas al piso, como si la cerámica tuviera imán. Aunque estoy sentada frente a la computadora no escribo nada, no avanzo nada. Minuto tras minuto, hora tras hora, solo observo la pantalla. Mover un dedo, teclear, buscar algo, es una odisea. Hora de moverse. Insiste el reloj. Checo la hora y sí, tengo que moverme. La niña sale de la escuela en una hora y es necesario hacerle de comer. Bien, te mantienes activa me dice el aparatejo condescendiente. Quisiera poner música, barrer el piso, servirme una gelatina fría, o un shot de tequila, pero tendría que ir hacia al aparato, o al patio a tomar la escoba, o caminar hacia la alacena o buscar en donde guardamos el alcohol la última vez, y aunque todo eso solo está a algunos metros de mí siento que es una distancia insalvable porque las pantorrillas son de plomo y encima de mis hombros cabalga un elefante de hierro. Solo tengo energía para abrir el ...