Jorgianas



Este es un díptico poético en verso libre que escribi a partir de la figura de San Jorge, que conocí durante mi estancia en Argentina en el 2021. En mi memoria se rebeló como un ensueño este santo en un momento de amargura y soledad. San Jorge fue un caballero mártir que cabalgaba en un caballo blanco aniquilando el dragón (que en la cultura medieval representa el mal). Murió a los 18 años y se beatificó pronto, su martirio/suplicio fue una prueba de fe para los paganos. Ambas fotos son de mi autoría en una de las iglesias de San Jorge (ortodoxas) de Argentina. 


1

San Jorge aniquilando al dragón, salvando a la princesa que estaba a punto de morir
El Rey había ofrecido a todos los niños de su pueblo al dragón para mantenerlo calmo
Un día murieron todos los hijos jóvenes y era el turno de su hija, 
El Rey pidió devoción divina y el joven Jorge la salvó eliminando todo mal


Dios nos inventó porque la existencia a solas es una miseria.
Dios nos inventó porque la vida a oscuras es dolorosa.
Dios nos inventó porque tener sin compartir hace al alma vana.
Y nos hizo porque la consciencia sin réplica es condena.

Porque todo lo tiene y todo lo da.
E hizo múltiples caminos porque es la única cosa que sabe en el universo.
Porque su voluntad es querer y no querer a la vez. Porque es ser sin ser y dar quitando.

Y si Dios encarnado por amor murió, por qué no habremos de morir nosotros un poquito por amor de alguien, una vez más.

Sólo los bienaventurados pueden cruzar cielo e infierno para volver a la tierra en vida y más de una vez.


2



Le pedí a Dios fuerza y claridad pero solo me dio un nombre.

Le pedí a Dios respuestas pero me dio preguntas.

Le pedí fortaleza y me dio dolor.

Le pedí determinación y me ha dado una prueba.

Le pedí paz para los dos y nos dio separación.

Le pedí un cántico y me dio una lamentación.

Le pedí paciencia y me dio tristezas.

Le pedí verle y me envió a su guerrero.

Le pedí a su soldado y me mandó un peregrino.

Le pedí y le pedí, pero en los ojos de Dios todo se ve en infinito.

Le pedí y le pedí. ¿Pero yo que le habré dado además de lágrimas de amor benditas y música?

Y me dice que no deje de llorar porque el el dolor purifica el alma y las lágrimas purifican el cuerpo que recorren.

Te pedí y te pedí, ¿pero fue poco lo que te di?

Y todo lo que le pedí me dio. Y lo que le di no lo pidió.

Y de la misma manera en que fue apuñalado el corazón sí mismo encarnado en forma de hijo, su soldado me apuñala el mismo corazón con su espada purificadora.

Porque todas las señales que pedí, las tuve y no perdí.



- Gabriela Maravilla

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