Écfrasis – La industria de Detroit, Diego Rivera
1. f. Ret. Descripción precisa y detallada de un objeto artístico.
2. f. Ret. Figura consistente en la descripción minuciosa de algo. (RAE, 2024)
A partir de esta imagen, nos encontramos con un mural de grandes dimensiones
que, como su nombre lo indica, plasma una escena industrial. Resaltan sus
colores grisáceos y una paleta de tonalidades frías. Al darle una mirada
general, no se sabe qué es más avasallador: si las grandes estructuras
metálicas o la cantidad de trabajadores que se localizan en el cuadro para
hacer funcionar tal maquinaria. Podemos incluso imaginar la temperatura y,
sobre todo, el ambiente sonoro.
Deteniéndonos un poco hacia la parte inferior
izquierda, observamos una escena de trabajadores que parecen estar solando una
maquina grande. Juzgamos que suelda debido a que tienen el equipo para ello:
unos lentes que protegerán su visión y como tal una herramienta que parece un
cautín.
Llaman la atención los planos del fondo, donde Rivera
plasma ya meras siluetas para darnos la sensación de que se trata de una gran
fábrica. Se podría incluso apuntar que, en este espacio, probablemente ni
siquiera entra el sol. En esta sección los trabajadores estarán todos
realizando la misma tarea de soldadura y ensamblaje, probablemente.
Estas siluetas del fondo, que ya no presentan rostros,
nos recuerdan a cómo observa gran parte de la industria a sus trabajadores:
como mera mano de obra, simples cuerpos al servicio de algo más grande; ya no
son personas, a veces ni siquiera cifras. ‘No eres indispensable’, le podría
decir el hombre de sombrero de dos picos y traje a cualquiera de ellos si algún
día falta o sufre algún inconveniente a causa de su labor.
Este hombre de sombrero parece un supervisor, a juzgar por su vestimenta ejecutiva. Esta vestimenta que porta es completamente contrastante a los pesados overoles que visten los otros trabajadores. Está haciendo una actividad muy diferente: su mirada severa es más activa que el resto de los miembros corporales, que sí se esfuerzan en los cuerpos de los demás. Estos trabajadores ni siquiera portan uniformes, ¿la industria les pedirá que aparte de su -seguramente abaratadisíma- mano de obra también aporten su vestuario de trabajo?
Gabriela Alitzel Maravilla Aupart
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